La crisis económica obliga al constructor Arturo Valgañón a pagar la deuda de un crédito bancario por el valor de 127 millones de pesetas. Para salir de la situación, se le ocurre la brillante idea de simular el secuestro de su padre. Éste se niega y propone que secuestren a la abuela, adicta al bingo, a la que encierran en un piso de muestra con la tele, el bocadillo de chorizo.... y los millones.