Según una antigua leyenda, no existía en el mundo objeto más valioso que la campana de oro de Saint James. De hecho, fueron muchos los hombres que dedicaron su vida a la búsqueda de tan fabuloso tesoro. Tras descubrir su escondite, el aventurero vikingo Rolfe zarpó en un gran barco robado rumbo a la fortaleza mora de Shiekn el Mansuh, quien también buscaba la campana.