Bill Gluckman (Ryan O'Neal), un rico judío de Malibú candidato a gobernador de California, ve peligrar su carrera política por culpa de su hijo (Jamie Kennedy), un niño rico que, en su afán de convertirse en rapero, no cesa de poner en evidencia a su progenitor cada vez que habla y actúa como tal. Así que Bill, decidido a darle una lección y esperando quitarle de la cabeza la idea de ser rapero, contrata a dos actores para que, haciéndose pasar por gángsteres, secuestren a su hijo y le enseñen lo "duro" que es el mundo en el que se quiere introducir.